La mente de un elefante asesino

Si quisiéramos construir un androide, además de fabricar un cuerpo deberíamos crear una programación. Escribiríamos un código con una serie de normas o leyes que ordenasen a nuestro robot la forma en la que debe comportarse. Indicaríamos qué es lo que debe tratar de hacer. Por ejemplo; reproducirse.

Para que nuestra creación consiga su objetivo principal tendríamos que programar una serie de funciones que necesita realizar antes. Conseguir material para construir las réplicas sería una tarea importante para la misión. Habría que programar al androide con el código necesario para realizar con éxito dicha tarea. Deberíamos darle los medios y habilidades necesarias para conseguir su objetivo. Podríamos por ejemplo darle movimiento.

Seguir leyendo en El ojo de Darwin >>

El primate decepcionado

¿De dónde venimos? ¿Quienes somos? ¿Hacia dónde vamos?. Son las preguntas que nos hacemos en algún momento de nuestra vida, y que nos hacen sentir inteligentes: «Fíjate tú lo que he pensado, estoy hecho un filósofo.»

Pero en realidad, no queremos saber la respuesta a esos enigmas de la humanidad. No la queremos saber, desde que nos dicen que venimos del mono, que no somos más que animales, y que cuando se muere nuestro cerebro ya no queda nada de nosotros para que nuestra consciencia viaje a ninguna parte. Que no hay ningún objetivo, ninguna finalidad. Ningún plan especial para nosotros. Esto es, lo que nos dice la ciencia.

A la mayoría de las personas esas respuestas nos parecen tristes y decepcionantes. Eso hace que no nos interesemos en saber más sobre el tema, y que lo abandonemos prematuramente, antes de poder entender las maravillas que la investigación científica está descubriendo sobre nosotros y nuestra historia.

Los científicos trabajan para ofrecernos las mejores respuestas a estos antiguos misterios. Sus trabajos son publicados en revistas científicas. Gracias a internet, el conocimiento científico se ha hecho absolutamente accesible a todos los públicos.

Pero la mayoría de nosotros, aunque siguen fascinándonos aquellas preguntas, continuamos sin querer saber las respuestas. Nos resulta más agradable imaginar nuestras propias explicaciones y «teorías», hechas a medida.