La Selección Natural no mata

Una víctima más de la Selección Natural

Un error muy común cuando hablamos de la famosa, aunque no por ello bien conocida, teoría de la Selección Natural de Charles Darwin, es asociarla directamente con la muerte.

«Los fuertes sobreviven, los débiles mueren.»

Es tal vez la frase que más suelo escuchar. Y bueno, es una obviedad que eso sucede, pero no explica la evolución.

«Los que mejor se adaptan a los cambios del medio sobreviven, y los que no se adaptan mueren.»

Es simplemente una versión de la frase anterior, que aunque suene un poco mejor, ya que incluye la adaptación, viene a decir lo mismo. Esa es otra observación de lo que ocurre en la naturaleza, que por muy acertada que sea, tampoco explica la evolución.

Por muy fuerte y muy adaptable al medio que sea un organismo, éste podría pasarse toda la eternidad autoreplicándose sin evolucionar jamás. Y los pobres débiles e inadaptados seguirían muriendo absurdamente duerante toda la eternidad.

No obstante, esas frases que he citado, ya muestran que el individuo que las pronuncia asume la existencia de algo que es muy importante para comprender cómo funciona la Selección Natural; la variabilidad. Que existan individuos más fuertes que otros, que no seamos todos iguales, es un hecho sin el cual la evolución no sería posible. Esta variabilidad genética que vemos dentro de una misma especie, existe gracias a mecanismos que generan variabilidad, como las mutaciones, o la recombinación. Sobre esta variabilidad genética actua la Selección Natural. ¿Cómo lo hace?

La Selección Natural no necesita que muera nadie. No, no necesita que el pobre débil e inadaptado se muera. Lo único que necesita la Selección para operar sobre esa variedad en el acervo genético es que esos cambios, ya sean obtenidos por mutaciones aleatorias o por otros medios, sean de caracter heredable.

Y ahí comienza el juego de la reproducción diferencial. Los individuos que más se reproducen son los que conseguirán que sus genes perduren, ya que estos pasarán a las siguientes generaciones. A la Selección Natural le da igual cómo se consiga eso, no es necesario que muera nadie en este proceso.

El papel de la lógica muerte de los individuos débiles e inadaptados, supone que éstos dejan de transferir sus pobres genes a las siguientes generaciones, o lo harán en menor medida que los individuos fuertes y bien adaptados que sobreviven para seguir reproduciéndose.

En definitiva, lo que cuenta es ganar en el juego de la reproducción diferencial, y para ello no es necesario que nadie salga herido. Como nos demuestra este magnífico macho de pavo real.

Evolve

Este Sábado me pasé el día entero en la cama viendo los 11 episodios seguidos del documental del Canal Historia; «Evolve», o «Evolución» en español. Cada capítulo es de 45 minutos de duración, lo cual quiere decir que me tuvieron enganchado durante… ¿8 horas y cuarto? Hehehe, seeh.

El documental, como ya os he comentado en  un alarde de glotonería evo-friki, consta de 11 partes que abordan distintos aspectos de la carrera evolutiva que se viene disputanto en nuestro planeta desde hace más de 3000 millones de años.

La verdad es que me ha encantado, y ya estoy deseando volver a visionar muchos de estos capítulos, como un niño pequeño. Salen dinosaurios por todas partes, y la paleontología tiene un papel bastante destacado en la serie. Os lo recomiento fervientemente.

Este doccumental os lo podeis descargar en castellano, por partes, y gratuítamente desde Megavideo, siguiendo estos enlaces:

  1. La comunicación
  2. La vista
  3. El vuelo
  4. El sexo
  5. El sistema digestivo
  6. La mandíbula
  7. La forma
  8. El tamaño
  9. La piel
  10. La velocidad
  11. El veneno

Espero que lo disfrutéis tanto como yo. 🙂

Un Dinosaurio

Un terópodo, en vivo y en directo.

El Delta del Ebro

El Sábado pasado estuve en el Parque Natural del Delta del Ebro, que se encuentra en el sur de Catalunya. Y tal como su nombre indica, su territorio está comprendido en la desembocadura del río Ebro.

Me costó un poco llegar, ya que fui yo solo, sin copiloto que me guiase, y encima me dejé el mapa que imprimí del google maps en casa. Me perdí por el camino, sobretodo en Amposta, donde llegué a pasar 3 o 4 veces por el mismo sitio. Pero al final me planté en la Punta del Fangar, desde donde comencé mi excursión hacia el sur por la Playa de la Marquesa.

La sensación de paz, de harmonía, de pureza que allí experimenté no puedo describirla con palabras. Soplaba un viento fresco y agradable desde oeste. Las aguas estaban limpias, y grupillos de correlimos patrullaban la orilla del apacible mar mediterráneo, cuyas olas rompían con amabilidad a mi izquierda. A mi derecha, se extendía una inmensa llanura bañada por una infinidad de humedales salpicados de vida, que se alargaban hasta el horizonte.

En mi camino por la playa, lo primero que pude observar fue que la arena estaba repleta de pequeñas (y algunas no tan pequeñas) conchas de bivalvos.

A los pocos pasos, me tuve que detener para no pisar a un pequeñajo que a toda prisa buscaba un lugar para refugiarse de la tormenta de granitos de arena que se le venían encima, por culpa de las fuertes rachas de viento que soplaban en la playa.

Scarites sp. Un coleóptero depredador, de la familia de los carábidos.

En la orilla, los correlimos esquivaban las olas con gran rapidez, capturando con sus precisos picos, el alimento que el mar arrojaba sobre la arena.

Calidris sp.

Allí no había nadie más que yo. Estaba solo. La sensación en aquellos momentos era como de estar en otro tiempo. Lejos de la civilización, en un mundo que nunca antes había visto. Sin colillas, sin bolsas de basura, sin latas de aluminio. Un lugar limpio y sano. Aunque nuestra influencia es casi omnipresente, y nuestro paso por la tierra siempre dejará huella.

Los restos de lo que parece un antiguo y rudimentario muelle de madera.

En mi camino por la playa también me encontré con unos curiosos «huevos» arenosos de diferentes tamaños y grados de consistencia, que en algunos casos llevaban muchas conchitas incrustadas.

Pulsar en la imagen para verlo en vídeo.

Y otras formaciones naturales muy curiosas, como esta especie de fiesta de conchas fusionadas.

Con un invitado sorpresa... Pulsar para ampliar.

Tras un largo paseo por las arenas de la costa, decidí adentrarme un poco en el parque natural. Allí había muchísimas aves, pero éstas huían de mi presencia desde muy muy lejos. Cosa que me puso en un apuro a la hora de fotografiarlas.

Voy a necesitar alguna ayuda para la identificación 🙂

Pero mi pequeña cámara compacta se comporta muy bien, incluso cuando los animales no me quieren ni ver.

Las aves siempre mantenían una distancia prudencial.

Sin embargo, la belleza del paisaje nunca se me escapó. Los caminos que recorrí eran tan pintorescos que a uno se le antoja ser poeta para poder escribir sobre ellos.

Por estos caminos encontré muchísimas huellas de animales. Y es que éste parece ser un terreno ideal para que uno encuentre este tipo de rastros. La siguiente fotografía de un pedazo de suelo habla por si sola.

Huellas de perro, garza real, garceta, y posiblemente rata.

Y también encontré, lo que parecen ser huellas de un visón que se dió un hartón de comer cangrejo al borde de un canal.

Posible huella de visón americano.

Me hubiese gustado seguir con mi aventura durante mucho más tiempo, pero el sol comenzó a descender y se me hizo tarde. Una lástima porque estaba comenzando a disfrutar como nunca lo había hecho con la naturaleza.

Estoy deseando regresar. Ahora que ya conozco el lugar, estoy seguro de que le sacaré más partido al tiempo. Y además acabo de encargar una guía de huellas y rastros por internet, para poder disfrutar incluso más de la expedición.

No he subido todas las fotos, ya que tiré más de 300, pero podeis ver las mejores aquí, en mi galería de fotos de Flickr.

Huella misteriosa

Esta huella la encontré en el Delta del Ebro y en seguida llamó mi atención.

Había muchas más huellas como esta por todas partes. Junto a ellas también encontré restos de un festín. ¿Alguien tiene idea de qué animal puede haberlas dejado?